martes, 15 de abril de 2008

Ego superlativo

Soy la ostia.
Lo se, es asi, soy la puta ostia.


No se me ha ido la olla del todo, queridos amantes del egocentrismo y perseguidores de la humildad, ni me he comido una de esas -maravillosas- setas que no se venden en las fruterias.
No, queridos mios, ni mucho menos. Simplemente estoy haciendo una llamada de socorro, un Mayday desesperado, un atroz grito de rabia contenida.
En nuestro dia a dia, se nos recuerda constantemente que no somos nada, de pequeños se nos compara metodicamente con los que se supone, son mejores que nosotros y eso provoca en nosotros un falso sentimiento de inferioridad, de impotencia.
Si no pesas menos que una llechuga eres un cachalote horrendo, si no tienes un master en astrofisica eres un analfabeto, si no ligas, eres un amargado, y asi hasta el infinito (...y mas alla...).
Estereotipos de todas clases nos bombardean a diario para recordarnos lo felices que seriamos si no fueramos tan imperfectos, tan fracasados.
Pero todo eso es mentira, una burda falacia creada para engañar al bulgo y crearle una sensacion de desamparo que, muy convenientemente, solo se arregla con productos adquiribles en tiendas especializadas.
Cada uno de nosotros vale mas que todas las palabras que se puedan escribir y cada uno de nuestros actos tiene mas valor del que nunca se ha calculado.
Normas que nos condicionan, estandartes que nos miden y evaluan y prejuicios que nos dan por perdedores antes de empezar la contienda.

No hay tabla capaz de medir la valia de un acto, ni rasero que dicte el potencial de una idea y por supuesto, no hay manera de calcular la formula del exito.

Asi pues, bellos y brillantes compañeros en la busqueda de la pureza, gritad conmigo la verdad a los cuatro vientos, y que ese ego superlativo que suena a fantasmada de borracho de bar, sea la realidad que enfoque vuestras vidas.
Porque somos la puta ostia.

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